Devocional Semanal

Cómo Ser Agradecido Por los Regalos de Dios

Una vida agradecida es un desfile de victoria con Jesús.

on 20/11/2018

Así que, ¡gracias a Dios!, quien... siempre nos lleva en triunfo en el desfile victorioso de Cristo. Ahora nos usa para difundir el conocimiento de Cristo por todas partes como un fragante perfume. Nuestras vidas son la fragancia de Cristo que sube hasta Dios, pero esta fragancia se percibe de una manera diferente por los que se salvan y los que se pierden. Para los que se pierden, somos un espantoso olor de muerte y condenación, pero para aquellos que se salvan, somos un perfume que da vida...

2 Corintios 2:14-16

Me gusta pensar que soy alguien que no da por sentado los regalos de Dios. Gente fiel y valiente han dado apoyo y valor a mi vida. Los hombres y las mujeres que admiro han dejado una huella perdurable en mí, y yo intento ser como ellos. Cuando veo que otros no valoran la confianza de sus amigos o su familia, eso me enseña algo diferente: que yo no deseo ser como ellos. Nosotros podemos elegir ser agradecidos o indiferentes, pero no podemos elegir los resultados de la actitud que elijamos. Una actitud de agradecimiento le da a usted una oportunidad de compartir su esperanza en Cristo, mientras que una actitud de tener derecho, no.

Yo siempre agradezco a Dios por una esposa piadosa y unos hijos hermosos. Yo pensaba que entendía y valoraba mis muchas bendiciones. Pero en una horrible tarde de un lunes, con mi hijo en un hospital para niños, aprendí una lección sobre el agradecimiento que no voy a olvidar.

“Sal del trabajo ahora y ven a la oficina del médico”

Mi esposa me llamó al trabajo para dejarme saber que una cita al médico había resultado en una llamada inmediata a una ambulancia. Las pruebas médicas mostraron que los pulmones de nuestro hijo de dos años no estaban recibiendo suficiente oxígeno. Le daba mucho trabajo respirar y esto hizo que el doctor hiciera la llamada, y yo solamente tenía unos minutos para salir de mi trabajo y seguirles hasta el hospital. Como mi esposa era la que estaba en la ambulancia con mi hijo, yo ni siquiera tenía todos los detalles de lo que estaba pasando. Todo lo que yo podía hacer era seguirles y orar, meditando en palabras tranquilizadoras de Dios, como “¡Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti; a todos los que concentran en ti sus pensamientos!” (Isaías 26:3).

En el Hospital

La respiración de nuestro hijo era algo ruidosa. A nosotros eso nos parecía casi normal, pero el nivel de oxígeno en su sangre era muy bajo. El personal del hospital no podía tomarse ningún riesgo por lo que le hicieron más pruebas médicas. Mi esposa y yo nos turnamos durante la noche sentados al lado de su cuna, clamandole al Único que “...es quien da vida y aliento a todo y satisface cada necesidad.” (Hechos 17:25) Para nuestro pesar, nos enteramos que una pequeña en la habitación del lado había comenzado a perder toda función muscular y sería un milagro si pudiera sobrevivir la noche. Ellos no tenían explicación para su condición. La niña tenía la misma edad que nuestro hijo y nació el mismo día exacto. 

“Yo He Visto Demasiados Milagros Para Dudar de la Existencia de Dios”

Mientras mirábamos a nuestro alrededor en el hospital, vimos muchas cunas como en la que dormía nuestro hijo. Había instrumentos pequeños e incluso habitaciones en la parte de atrás para los padres pasar la noche. Nos dimos cuenta de que para muchos de estos padres, esa sería la última noche con sus amados hijos. Sin embargo, el personal del hospital estaba alegre. ¿Cómo podía ser esto posible? Cuando le preguntamos a una de las enfermeras si podíamos orar por ella, descubrimos el secreto. Ella había aprendido a confiar en Dios. “Los milagros sí ocurren con regularidad aquí”, dijo ella. Ella había visto muchas historias tristes, pero ella podía ser agradecida “en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús.” (1 Tesalonicenses 5:18) No tenemos que dar gracias por las malas noticias. Yo supongo que el apóstol Pablo no dio gracias a Dios por “la espina en su carne” (2 Corintios 12:7-10). ¡Él la llamó “mensajero de Satanás”! Pero él dio gracias porque ésta mostró claramente el poder de Cristo. Si nosotros podemos confiar en la bondad de Dios e identificar Su obra incluso en medio de los tiempos difíciles, siempre podremos encontrar algo que haga sentirnos agradecidos.

En las primeras horas de la mañana los doctores decidieron que nuestro hijo iba a estar bien. (Meses más tarde otro médico descubrió que nuestro hijo padece de asma.) Estuve una hora en oración, dando gracias por los médicos y las enfermeras que trabajaban ahí. Oré por los demás pacientes. Pero, sobre todo, di gracias a Dios por cosas por las cuales nunca había pensado en agradecerle: el pequeño cuerpo de mi hijo, saludable de pies a cabeza. Si usted tiene una familia saludable, usted es bendecido; valore las bendiciones que usualmente da por sentado. El consejo del apóstol Pablo a Timoteo fue: “la verdadera sumisión a Dios es una gran riqueza en sí misma cuando uno está contento con lo que tiene. Después de todo, no trajimos nada cuando vinimos a este mundo ni tampoco podremos llevarnos nada cuando lo dejemos. Así que, si tenemos suficiente alimento y ropa, estemos contentos.” (1 Timoteo 6:6-8)


Ore esta semana:

Dios, gracias por tus regalos que he dado por sentado. Hazme consciente de todos ellos y ayúdame a verte aún cuando las situaciones sean difíciles.


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